domingo

4. Desaparecida en acción

Hace días que estoy preguntándome porque me casé, porque me separé… porque todos estos papeles y cosas burocráticas que hacen que, a los que como yo no nos separamos tan de mutuo acuerdo, las cosas se hagan mas pesadas aún. Una separación jamás es sencilla y menos si en medio de abogados y mediadores tu ex empieza a regatear que mereces llevarte si fuiste vos la que se fue de casa. Cualquier ser humano con sentimientos entiende que el dolor se presenta de diversas maneras pero lo que menos necesitabas en este momento es ver a el que hasta hace poco compartía una vida contigo en una actitud tan miserable. Y por supuesto que te pone entre la espada y la pared, tenes que decidir si tomas una actitud sumisa y lo dejas que se quede con los sillones, la heladera, el microondas y el plasma para que al noche cuando te extrañe se abrace a alguno de esos aparatos a ver si te encuentra o si sacas las garras y cual leona defendes lo que compraste con tu sueldo. Yo creo que ninguno de los perjudicados debería estar cuando se decide la división de bienes, porque finalmente el recuerdo de los próximos meses que tendrás de tu ex es enfrente tuyo, en una mesa larga contando hasta el último centavo. Como si dejarte sin nada fuera a hacerte recapacitar y volver a sus brazos, y a su plasma, porque ahora es suyo.
Sacar las cosas del departamento, que consiguió quedárselo él, no fue nada fácil. Primero porque estaba en la puerta esperando con las llaves nuevas y con sus amigos que vos creíste que fueron para ayudarte a sacar las cosas más rápido de ahí. Pero por supuesto no paras de sorprenderte, y te das cuenta que fueron a apoyar al herido de guerra y a mirar como vos y el fletero se las arreglan para llevar las pocas chucherías que te tocaron por abandonar el lugar.
Después de bajar cajas y bolsas de consorcio, mas valijas y algún que otro mueble que pudiste rescatar; y habiéndole pagado una fortuna al fletero que hizo además de peón de carga y de psicólogo escuchando tus lamentos camino al nuevo departamento, te sentas a descansar. Millones de sensaciones empiezan a poblarte y es inevitable pensar porque las cosas terminan así. Muchos dicen que es mas fácil olvidar si el recuerdo inmediato es nefasto, pero te negas a albergar en tu memoria las cosas que dijo e hizo tu marido este último tiempo, porque sería como borrar lo felices que fueron. Por alguna razón sabes que creciste con él muchísimo, que lo amaste y que en algún lugar de tu corazón lo seguirás amando a pesar de que te castigó por haberlo dejado y paradójicamente te dejó en un espacio vacío y empezando de cero una vez más pero a los 33.

2 comentarios:

  1. que cierto...
    Escibiste esto en mayo... que pasó? como sigue?
    Te invito a mi blog...
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. Anónimo28.9.11

    Tremendo! Me identifico profundamente con esto...

    ResponderEliminar